Pintar colectivamente es crear un nuevo espacio, es abrir una fisura en la realidad cotidiana y habitarla de una manera distinta, es experimentar ese espacio común donde intentamos formar vínculos más genuinos entre nosotros a través de la pintura.
Vivimos sumerjidos en la sociedad del éxito, donde se privilegia la contundencia del resultado en lugar de ver al proceso como la verdadera sustancia que nos enriquece.
Por eso en el mural no se trata de hacerlo BIEN o MAL, o de pensar en un resultado sino de explorar con el otro lo que en ese momento está sucediendo para hacer algo juntos y no imponer ideas previas.
Cuando pintamos la consigna es improvisar buscando la unidad.
Se trata es una actividad que tiene como objetivo aprender a relacionarnos con libertad y respeto, y aprender a trabajar en equipo, una de las cosas que más nos cuesta.
Creo en el arte como un vehículo de transformación social, como algo que nos ayuda para abrir las puertas de algo que se nos prohibía, o nos prohibíamos nosotros mismos. Pintar de manera comunitaria nos permite crear ese nuevo espacio donde todos podemos mostrarnos como los individuos que somos, o los que queremos ser, siendo conscientes del conjunto que formamos parte.
viernes, 27 de marzo de 2009
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